Reinventando manuales

05-08-2020

Cómo la aparición de la pandemia cambió el relacionamiento con los tres niveles de gobierno para mantener operando una empresa.

Aeropuertos Argentina 2000

*Por Gustavo Castagnino. gustavo.castagnino@genneia.com.ar

 

Estos últimos meses de pandemia, y la consecuente cuarentena, han modificado mucho nuestra manera de trabajar. No solo con la virtualidad tan presente en nuestro día a día, y que en muchas empresas llegó para quedarse, sino también en el relacionamiento con el sector público. Para una empresa como en la que yo trabajo, de un sector esencial como la energía, y que tiene 14 sitios en todo el país, la pandemia puso a prueba nuestro relacionamiento con las autoridades.

 

Cuando se inició la cuarentena, nuestro trabajo se puso en la mira junto con la continuidad operativa de la compañía. Había que seguir generando energía -en nuestro caso- de fuentes renovables (eólica y solar) y convencionales, al mismo tiempo que se nos presentaba el desafío de poner en marcha los protocolos de cuidado de todos los empleados y sus familias.

 

Se definió un comité de seguimiento diario, se envió a todo el personal no esencial a trabajar desde sus casas y se establecieron protocolos para aquellos que sí o sí debían continuar con sus tareas en los parques eólicos, solares y en las centrales térmicas ubicados en las provincias de Buenos Aires, Tucumán, San Juan, Entre Ríos, Río Negro y Chubut. Pero esto no fue todo. Aquí comenzaron los grandes y pequeños desafíos diarios para el área de asuntos corporativos de la empresa.

 

Teníamos el protocolo nacional y los protocolos internos de la empresa, pero empezaban a aparecer también los protocolos de cada provincia y los municipales. ¿Con quienes debíamos hablar en cada caso? ¿Teníamos todos los contactos necesarios? Estas comenzaron a ser las primeras preguntas que nos surgían internamente y, mientras tanto, empezábamos a recibir la presión lógica de las áreas operativas de la empresa: de los jefes de sitio, de los jefes de centrales, de aquellos que tenían que moverse de un lado a otro y no podían hacerlo. Muchas dudas y pocas certezas.

 

Luego de revisar y chequear que toda nuestra agenda de contactos estuviera actualizada, comenzamos a probar cómo sería gestionar virtualmente los asuntos públicos de la compañía. Llamadas a funcionarios nacionales, provinciales y municipales, con idas y vueltas permanentes, chequeos, nuevas llamadas, confirmaciones y más dudas en muchos casos. No había, y en muchos casos no sigue habiendo, normativas que apoyaran las medidas tomadas por algunas provincias y municipios, ya que la celeridad con que se tomaban respondía a la repentina aparición de un caso en una ciudad, por ejemplo.

 

Había que empezar a mapear la situación de cada uno de nuestros sitios de manera diaria, sabiendo que los protocolos adecuados estaban implementados, que todos los contactos necesarios estaban en la agenda y que los posibles interlocutores con las autoridades, en muchos casos, pasaban a ser empleados que no tenían esa experiencia. Rápidos entrenamientos, papers y briefs para ordenar los mensajes, y mucha, pero mucha conversación y colaboración entre las diferentes áreas de la empresa.

 

La llamada “nueva normalidad” es, por lo pronto, la que hoy tenemos que vivir. Y el manual de los asuntos públicos tiene que adaptarse en consecuencia. Además, la pandemia nos sorprendió a todos en el medio de un cambio de autoridades en los tres niveles de gobierno. Y para aquellas empresas que operamos en muchos sitios, el recorrido para presentarse y conocer a cada uno de los nuevos actores no es tan simple ni rápido.

 

Entonces, como hacer para seguir operando en la virtualidad de los contactos y, muchas veces, sin conocer previamente a las personas que tenemos que contactar. Todas las herramientas de la virtualidad están a nuestro servicio. Podemos usar Whatsapp, Zoom, Teams, Hangouts, etc. Pero no todos los interlocutores con los que nos manejamos las quieren usar. La generación de confianza y de los vínculos comienza a ser más dificultosa, ya que el “cara a cara” de una reunión es muy difícil de reemplazar, y más aún, cuando los temas a conversar son confidenciales o delicados.

 

Sin embargo, la persistencia, la seriedad, la confianza acumulada por la empresa y por sus empleados, la reputación y una agenda muy sólida terminan siendo los activos más importantes para poder continuar realizando nuestro trabajo. No debemos olvidar que, así como nosotros tenemos que reinventar nuestros manuales en estos tiempos tan complejos, los funcionarios también deben hacerlo, en los tres niveles de gobierno. Y desde nuestras áreas, sin duda, somos los mejores aliados para poder lograrlo, tanto en nuestras empresas como en el sector público. A reinventarse entonces, que ese es nuestro juego.

 

Sobre Gustavo Castagnino

Es Licenciado en Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador, con estudios de posgrado en la Universidad Austral, IAE y Digital House. Ocupa la posición de Director de Asuntos Corporativos de Genneia desde el mes de agosto de 2019, representando a la empresa líder de generación de energías renovables de Argentina. Tiene responsabilidad sobre las comunicaciones externas, imagen de marca y asuntos públicos de la compañía. 

 

Anteriormente, trabajó casi 14 años en Mercedes-Benz Argentina, donde se desempeñó como Director de Relaciones Institucionales, y previamente trabajó en el sector público, tanto en el Ministerio de Relaciones Exteriores como en el Ministerio de Economía de la Nación. Fue presidente del Círculo DirComs entre 2016 y 2018. Tiene 44 años, está casado y tiene una hija.

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